lunes, 11 de abril de 2016

¿EMPRENDER?, NO TE LO CREES NI TÚ

Es posible que sea una de las palabra más utilizadas en los últimos tiempos: emprender.

Desde todo tipo de entes sociales y empresariales se trabaja activamente para "convencer" y "convencerse" de que hemos de ser más emprendedores. Estoy de acuerdo. Emprender es signo de vida, movimiento, cambio, revolución...

Se puede emprender en todos los ámbitos de la vida y desde ahí iniciar un gran cambio personal, profesional  y social.

Emprender suena bonito, diferente y atrevido: ser emprendedor es labor ardua. No sólo supone un reto personal y profesional sino que, además, conlleva el reto de convencer y provocar al resto de la sociedad para que salga de su zona de confort y se atreva a escucharte o darte una oportunidad.


Muchos de los que promueven el emprendimiento no le dan cabida en su vida; ni personal ni profesionalmente.
Da la sensación de que alguien ha dicho que hay que emprender y basta con hacerse eco de ello.

Se trata de salir de tu zona de confort para llamar a la puerta del otro y pedirle, convencerle, argumentarle o retarle para que salga de la suya. Ahí es nada.

Emprender implica cambiar, ¿Está la sociedad preparada para ello?.

Parece que el emprendedor (ofrezca lo que ofrezca) sólo tiene nombre y apellido si genera dinero. Hasta entonces (siendo optimistas) te las tienes que apañar y tocar las puertas tenazmente de quien dice públicamente que ha de haber más emprendimiento. Pero su puerta está cerrada.  
Sirva esto para lo personal y para lo profesional.

Mucho de lo que se dice no se hace, no vaya a ser que no salgamos en la foto.

Es necesario emprender pero pocos padres quieren que sus hijos emprendan y pocos hijos salen favorecidos si sus padres emprenden. Ser diferente es más bonito que aceptado.
Salirse de lo convencional cuesta.
Ha de cambiar la visión del emprendimiento, el apoyo social y económico a los emprendedores y la educación en sus formas y contendidos. En su defecto, el emprendimiento no calará en su versión más sana y eficaz.

Afortunadamente, algo se está moviendo aunque hemos de reconocer que tendemos a etiquetar y valorar a quien hace algo diferente, a quien se atreve a innovar o modificar hasta su corte de pelo.

Me gusta ser emprendedora.






martes, 5 de abril de 2016

ME EQUIVOCABA

Hace tiempo que empecé a reprogramarme. Trabajo lento y laborioso pero satisfactorio y seguro.

Pensaba que mi vida era normal, incluso buena ( y quizás lo era) pero no me hacía feliz. 
Me entretenía y enzarzaba en pensamientos poco productivos; era muy crítica conmigo y con los demás. Hacía un todo de los comportamientos, dicho, hechos, no hechos, no dichos de los otros (especialmente si no me gustaban).
Aprendí y, sobretodo, acepté que nací con una mochilita repleta de herencia genética, rasgos propios, 
legados generacionales, tendencias, etc que luego se ha ido completando con mi propia personalidad, dichos y acciones. 
La mochila se ha ido llenando y en lugar de tomarla como algo mío lo tomé como un peso, un terrible peso que no me dejaba estar mejor. Estaba tan cegada que ni siquiera contemplé la posibilidad de hacer limpieza en la mochila y reconciliarme con lo que ha de quedar dentro de ella.

La tendencia fue a caer. Y lo hice. No creo que tocase fondo pero no estuve lejos. Lo intuía.

Supe que algo debía de cambiar y que no eran los demás sino yo misma la responsable de ello. Supe que en esta vida nuestra, tan cargada de etiquetas (que nos ponen, ponemos y autoponemos) somos hijos de, hermanos de, amigos de, sobrinos de, compañeros de, padres de, simpatizantes de, trabajadores de...
Somos muchas cosa "de" y se nos olvida quién somos en realidad, qué queremos, qué buscamos, cuál es nuestro propósito. Y, así,pasa la vida.


Y es que ya lo dicen los que han estado a punto de irse de este mundo: se arrepienten de no haber hecho ni dicho aquello que más les movía por dentro y haber hecho más caso a lo que se mueve por fuera.
Ahora no siento el peso de la mochila, sé que la llevo y lo hago con satisfacción y aceptación. Esta mochila soy yo y mis ancestros. El día que noto peso, hago limpieza porque, seguro que estoy llevando algo que no es mío.

He aprendido a mirar al otro con más empatía; opinando sí, pero sin juzgar y crucificar. Cada uno tiene sus valores.
En mi día a día hay cosas que no me gustan ( las justas para ponerme las pilas) y muchas más cosas que me agradan y motivan a confiar en el ser humano más allá de rencillas temporales.

No me preocupa caer mejor ni peor; me centro en ser yo misma, en  dar y recibir amor con quienes así los quieran y por qué no, en compartir todos mis defectos y malhumores con quienes (valientes ellos) quieran hacerlo.

No pensaba escribir nada de esto y lo he hecho. Me ha salido de dentro.