" NO SABO NADA"
Eso me decía un pequeño genio un tanto enfadado. "Yo tampoco", pensé.
En ocasiones pienso que el saber está sobrevalorado porque; ¿quién sabe de qué ?.
Saber puede estar bien y de hecho está muy bien si tiene una manifestación a través de los sentidos
( propios y ajenos).
Pondría mil ejemplos: de qué sirve que sepas que le quieres si no lo expresas de una forma u otra, de qué sirve que sepas cómo ayudar a alguien si no lo haces, de qué sirve saber cómo mejorar tu vida si no lo haces...
También cabe la posibilidad de que pensemos que sabemos y quizás no esté tan claro ese saber.
Hay momentos, etapas, en los que ni siquiera sabemos quiénes somos y nos descentramos. Toca reencontrarnos con lo que verdaderamente somos y sentimos. Todo en reto que precisa toneladas de humildad.
Hay saberes que pueden venir bien a una generalidad y también hay otro saberes personales; de esos que sólo uno ha de encontrar para su propia vida y desarrollo personal. Estos requieren de autoconocimiento y aprendizaje continuo.
A saber lo que nos falta aprender.
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