CUANDO DECIMOS ADIÓS
Despedirse es un acto cotidiano; tan rutinario que lo hacemos automáticamente.
La despedida lleva consigo la esperanza de volverse a ver e incluso de recordarse.
Las despedidas duelen, alivian, esperanzan, entristecen.
Nunca llegamos a despedirnos del todo y sólo cuando sabemos que es posible que no la volvamos a ver nos planteamos decir todo lo que nos hemos dejado en el tintero; en nuestras bocas selladas por la rutina, por dar por sentado todo, por la vergüenza, por la pereza, por nada.
Y hoy quiero invitarte a decir las cosas en su tiempo. No te dejes nada atrapado en tus cuerdas vocales; suéltalo.
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