martes, 5 de abril de 2016

ME EQUIVOCABA

Hace tiempo que empecé a reprogramarme. Trabajo lento y laborioso pero satisfactorio y seguro.

Pensaba que mi vida era normal, incluso buena ( y quizás lo era) pero no me hacía feliz. 
Me entretenía y enzarzaba en pensamientos poco productivos; era muy crítica conmigo y con los demás. Hacía un todo de los comportamientos, dicho, hechos, no hechos, no dichos de los otros (especialmente si no me gustaban).
Aprendí y, sobretodo, acepté que nací con una mochilita repleta de herencia genética, rasgos propios, 
legados generacionales, tendencias, etc que luego se ha ido completando con mi propia personalidad, dichos y acciones. 
La mochila se ha ido llenando y en lugar de tomarla como algo mío lo tomé como un peso, un terrible peso que no me dejaba estar mejor. Estaba tan cegada que ni siquiera contemplé la posibilidad de hacer limpieza en la mochila y reconciliarme con lo que ha de quedar dentro de ella.

La tendencia fue a caer. Y lo hice. No creo que tocase fondo pero no estuve lejos. Lo intuía.

Supe que algo debía de cambiar y que no eran los demás sino yo misma la responsable de ello. Supe que en esta vida nuestra, tan cargada de etiquetas (que nos ponen, ponemos y autoponemos) somos hijos de, hermanos de, amigos de, sobrinos de, compañeros de, padres de, simpatizantes de, trabajadores de...
Somos muchas cosa "de" y se nos olvida quién somos en realidad, qué queremos, qué buscamos, cuál es nuestro propósito. Y, así,pasa la vida.


Y es que ya lo dicen los que han estado a punto de irse de este mundo: se arrepienten de no haber hecho ni dicho aquello que más les movía por dentro y haber hecho más caso a lo que se mueve por fuera.
Ahora no siento el peso de la mochila, sé que la llevo y lo hago con satisfacción y aceptación. Esta mochila soy yo y mis ancestros. El día que noto peso, hago limpieza porque, seguro que estoy llevando algo que no es mío.

He aprendido a mirar al otro con más empatía; opinando sí, pero sin juzgar y crucificar. Cada uno tiene sus valores.
En mi día a día hay cosas que no me gustan ( las justas para ponerme las pilas) y muchas más cosas que me agradan y motivan a confiar en el ser humano más allá de rencillas temporales.

No me preocupa caer mejor ni peor; me centro en ser yo misma, en  dar y recibir amor con quienes así los quieran y por qué no, en compartir todos mis defectos y malhumores con quienes (valientes ellos) quieran hacerlo.

No pensaba escribir nada de esto y lo he hecho. Me ha salido de dentro.



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